Cuando era una niña mi deseo favorito siempre era el de despertarme al día siguiente siendo adulta, porque tenía la necesidad de sentirme libre, de poder hacer lo que me diese la gana sin que mis padres me permitieran o me prohibieran cosas. Ahora, esta señora que ha sentido pasar por su piel 30 inviernos, lo único que desearía es poder ser de nuevo una niña en toda la extensión de la palabra. Mataría por volver a estar de chuletada en el monte, mientras la mayoría de los adultos; tus tíos, tus abuelos y amigos; se sientan en la mesa a jugar a la baraja mientras se toman el café con el bizcochón que hizo la vecina. Adoraría volver a tener a todos mis primos conmigo correteando monte abajo, con tierra, pinocha y barro hasta en las orejas. La adultez es una pedazo de mierda sobrevalorada, donde pagas el peaje de "hacer lo que te de la gana" con la familia separada, con amigos de quita y pon y con gente que viene y va. Donde es más fácil encontrar a gente interesada que gente interesante, donde la gente ya no tiene alma ni escrúpulos, donde no se deja de ser "gente" en vez de "personas". Seguro que tu también creías que ibas a tener millones de amigos, que te ibas a casar con el chico/chica que te gustaba del cole y hasta cuadrabas como quedarían vuestros apellidos a vuestros futuros hijos. Pensabas que ibas a estar viajando de país en país, que ibas a tener un cochazo, una mansión y cuatro perros "de marca" en tu alfombra carísima. Y, lo peor de todo esto, no es que no consiguieras toda esa mierda material que no te iba a hacer persona, sino que al ir creciendo tanto de edad como de espíritu, te vas dando cuenta de que las relaciones humanas son una mierda, que todo el mundo tiene algo que esconder, que por un lado alguien puede mostrarte su mejor yo y adorarlo pero de un plumazo irse todo al carajo. Te das cuenta de que, implicarse mucho por algo o alguien, no garantiza que te venga de vuelta. Te cansas de darlo todo, de ser la persona fuerte, de ser paño de lágrimas, de ser un buen apoyo en los peores momentos y que en las buenas pasen de tu cara. Te cansas de dar todo por los que consideras "tuyos" para que luego esas personas sólo te den las sobras, las migajas de su ser. Te abres, te expones, desnudas tus sentimientos y tus miedos y; a veces; eso juega en tu contra porque te sentirás sola y vacía en un mundo lleno de hipocresía, mentira, falsedad y gente de cartón. Ojalá y no te des cuenta demasiado tarde, que los únicos que van a estar ahí son los que han estado desde el principio, el resto viene y BAH. Quiérete primero a ti, porque al final con la única persona que te quedarás será contigo.
De mí para mí en el año 2017